Creo que llego el otoño. Vuelvo a tener los pies y las manos frías las 24 oras del día. Vuelvo a encogerme dentro de sudaderas. Vuelvo a hacerme una pelota por las noches cuando me meto en la cama abrazando mis piernas. Vuelvo a tener miedo al frío al salir de la cama por las mañanas o al vestirme. Dejé de usar mis chanclas como zapatillas, hace tiempo que el verano se esfumó. Vuelvo a ser la que camina por la calle con las manos frías en los bolsillos. En los oídos música a todo volumen que genera una sonrisa que contrasta con el frió, la humedad y los cielos grises. He vuelto a recordar lo poco que me gusta el frió y lo mucho que me gusta caminar bajo la lluvia con una sonrisa y música en mis oídos. Hoy un mes más tarde ha entrado el verdadero otoño que yo conocía hay cosas que han cambiado pero lo que siempre sigue ahí es su nombre en mi cabeza las 24 oras del día. Al igual que esas manos frías. Quizás porque no pueden tocarle.